martes, 3 de septiembre de 2013

Roadtrip veraniego por la Bretaña francesa - Día 2

Mont-Saint-Michel - Sant Malo - Saint Suilac - Dinan

Nuestro día comienza con una ducha en una bañera sin cortina. El B&B donde nos alojamos está bastante bien. La señora nos contaría al día siguiente que tienen 3 casas seguidas en propiedad y una es el B&B donde nos alojamos. A nosotros nos parecía que eran las antiguas habitaciones de los hijos xD

Una de ellas era claramente para las hijas del matrimonio de la otra habitación que nos asignaron: todo pintado de rosa, lleno de florecitas y corazones. Eso sí, la mega estantería que teníamos en una pared llena de cómics tipo X-men y The walking dead. Grandes cuentos universales para dormir.

En fin, que después de inundar el baño, bajamos a desayunar. Un desayuno francés por todo lo alto: pan con mantequilla y mermelada casera, vienesas y otros bollos. Vamos, que nos pusimos como el kiko!

Luego nos estuvo la señora aconsejando sobre qué ver por la zona. Nosotros ya teníamos un plan más o menos, pero gracias a ella acabamos parando en Saint Suliac ese día. Para ella era "très jolie", pero es que todo lo era para ella xD

Primera parada: Mont-Saint-Michel.

Aparcamos el coche como todo el mundo y decidimos ir dando un paseo recorriendo la distancia que separa el aparcamiento del Mont-Saint-Michel. En menos de una hora se puede hacer. Para los más comodones hay un bus que te lleva del centro de visitantes a la entrada.

Impresiona ver los restos de la marea alrededor de la isla. Una explanada de arena plana y mojada y en el centro la impresionante isla, con la abadía coronándola. No hay palabras.


El problema es que el encanto se rompe cuando te ves encajonada en las estrechas callejuelas a rebosar de turistas. Andando como en una procesión de Semana Santa fuimos tirando para arriba. 

Una de las cosas que más me gustaron fueron los carteles que anunciaban restaurantes y negocios. Muy bonitos, le daban a las calles un encanto especial...



La entrada a la abadía fueron 9 euros. Información importante para los que sufran el síndrome de la vejiga menguante: el baño está en las escaleras al poco de entrar y es tu última oportunidad, porque se sale por otro sitio y ya no hay más baños. Muy práctico, oiga.

Como la abadía fue construida sobre el monte, para poder hacer un suelo plano se sirvieron de las cámaras bajo la iglesia.

Allí nos comimos un bocadillo compartido con unos gorriones que nos rodearon pidiéndonos arrgo por caridad. Para el viaje de vuelta, con la solana que nos pegó, preferimos la lanzadera.

La segunda parada del día fue Saint Malo. Tras un paseo por la playa para refrescar los pies, recorrimos las murallas de la ciudad. 


Es una ciudad no muy grande y el paseo por las murallas merece más la pena que por el centro.

De allí, fuimos a Saint Suliac, un pueblecito de pescadores que nos recomendó la dueña del B&B. Muy recomendable, las casas están decoradas con redes de pescadores y las vistas son muy bonitas.



Ya casi sin luz, como nos pasó todos los días, llegamos a Dinan antes de volver al hotel a disfrutar un merecido descanso. Aunque estaba ya cansada y sin ganas de mucha visita, Dinan me gustó mucho. Precisamente con llegar de noche las plazas con casas armadas con vigas de madera. Las vistas desde la muralla son muy bonitas, con el río y el puerto.


Y a dormir, pero antes de eso, mientras abríamos la puerta del B&B se nos escapó el perro de la casa, y como los dueños se habían ido de parranda no hubo quien lo metiera para dentro. Se tiró más de una hora ladrando, apareció un vecino encabronado diciendo que el perro daba el coñazo cada vez que se escapaba. Nos dijo que no era culpa nuestra y se fue a casa frustrado mientras el jodío perro no hacía más que ladrar y ladrar. Al final se cansó y cuando Fran le abrió la puerta se metió para dentro y nos dejó en paz.

Seguro que ese perro es feliz cuando van a pernoctar unos cándidos como nosotros...

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