martes, 9 de febrero de 2010

Un año que se va...

Hoy cumplo años. En concreto cumplo uno. Es que soy muy joven...
Hace un año exactamente nacía a otra vida. La vida holandesa. Esa que consiste en comer fatal y montar en bici aunque mi falda se niegue a dejarme. Esa que está llena de lluvia y últimamente de nieve (creo que esta semana va a volver a caer ese manto blanco que tanto nos gusta por aquí). La vida en la que los kilómetros que te separan de casa se cuentan por miles y las vacaciones se aprovechan para volver a casa y traerse la maleta llena de cosas tan imprescindibles como una botella de aceite (!).
Las fotos se acumulan y atesoran en el disco duro del ordenador, y amenazan con ser tantas que pierdan el sentido de su ser. Las experiencias se acumulan a ritmo acelerado (al menos por ahora que todo sigue siendo nuevo).
Hace un año llegaba en avión cargada como una hormiguita, con mucha ilusión y un despertador que me acompañó todos estos años de instituto, universidad pero que no sobrevivió al duro viaje y me abandonó a mi suerte. No he podido reemplazarlo desde entonces y la verdad es que ese pi-pi-pi que me acompañó tantos años lo eché de menos al principio pero todo se pasa con el tiempo.
El tiempo vuela y uno no se da ni cuenta. Dentro de nada quizá cuente que ya he cumplido dos añitos y hasta llegue el momento en que diga que no voy a casa por vacaciones sino que vuelvo a casa después de las vacaciones. Quién sabe, solo diré que todos mis días son lo que quieren ser, yo sólo marco las huellas de mis pies...

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