martes, 14 de abril de 2009

Pateando por Colonia

Este sábado pasado Esther, Isaac, la becaria francesa (que se llama Mondi, bueno, así se dice, ya como se escriba será bastante diferente) y la que suscribe nos fuimos a Colonia a pasar el día.
El tiempo acompañaba y no necesitamos ni el abrigo, cosa que después de la lluvia-que-no-es-lluvia holandesa se agradece y mucho.
Ah, sí, ¿qué es exactamente la lluvia-que-no-es-lluvia? Tú sales del trabajo y ves que está nublado (como siempre) y que parece que hay como una nieblina. Nop. Es lluvia. Pero no es lluvia. De hecho, si abres el paraguas o sales volando o se te da la vuelta, porque aquí la lluvia se acompaña siempre de un viento capullo que va orientandose siempre de forma que te de la vuelta al paraguas. Es inútil evitarlo. Lo más sensato es llevarlo cerrado.
Pero ahí precisamente está el problema. La lluvia-que-no-es-lluvia te engaña y piensas que es solo un leve chispeo de nada, que llegarás a casa o al bar antes de que empiece a apretar de verdad (cosa que pocas veces ocurre) pero al cabo de 10 minutos estás calado sin remedio.
La lluvia-que-no-es-lluvia es la más puñetera de las lluvias. Se graduó en "Cómo mojar sin que lo noten, especialmente en los pantalones"
Bueno, que me voy del tema. Colonia. Me gustó mucho. A lo mejor influyó el Bratwürst que nos comimos, o la cervecita al lado del Rhein tomando el sol, o las vistas desde la catedral, o las calles interminables llenas de tiendas, o que por fin volví a comer Berliner (ñam).
Pero el caso es que triunfó.
Lo peor fue que cada vez que intentaba hablar algo con mi oxidado alemán me contestaban en inglés (Verdamt!)
Y ahí va una foteja del Dom, y otra de la velocidad punta en las carreteras alemanas (nos adelantó el coche de policía, que conste).

1 comentario:

  1. Jo, Berliner que recuerdos! Ahora mismo me comía una docena. A ver si repetimos alguna vez el viaje a la capi teutona, pero con menos frío en la cola del Reichstag

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